El documento que se publicó la semana pasada en la página web del Ministerio de Hacienda (aun cuando el propio ministerio se cuidó en señalar que las opiniones y posibles errores son responsabilidad de sus autores y no comprometen al Ministerio) plantea como tesis central la siguiente : En Colombia, al igual que en las economías desarrolladas, la contribución de las utilidades a la inflación reciente ha sido mayor que la contribución de los salarios, especialmente en sectores como el agropecuario y el minero, que no necesariamente coinciden con los que han generado mayor valor agregado en los últimos años. No obstante, mientras en los países desarrollados esto representa un cambio estructural, en Colombia la contribución de las utilidades ha sido históricamente mayor que la de los salarios… Ello, porque las empresas con poder de mercado tienen posibilidad de proteger sus utilidades incrementando su precios. A través de un “modelo de equilibrio general” concluyen que un mayor poder
La estalagmita económica de la inflación de demanda se encontró con la estalagtita económica de la inflación de costos. Y cuando la estalagmita y la estalactita se juntan y se fusionan en un beso – espero que no haya ningún geólogo presente que me diga que estoy hablando insensateces-, nadie en la tierra puede estar seguro de en dónde comienza la una y termina la otra”. (Sir Dennis Robertson). > Esta cita del profesor Robertson, uno de los principales expertos en politica monetaria en la primera mitad del siglo pasado, sirve para recordar lo antigua que es la discusión sobre los orígenes de la inflación, tema que ha ganado recientemente importancia en Colombia, puesto que el incremento en el índice de precios al consumidor para el año 2022, de 13,2%, ha sido el más alto que tenemos desde 1998, cuando fue del 16,7%. La inflación puede entenderse como consecuencia de un desequilibrio entre la oferta de bienes producidos internamente (medido por el PIB) y la demanda