Varios fenómenos explican la devaluación del peso colombiano frente al dólar registrada en los últimos 6 meses, que es de las más altas del mundo
Caída en precios del
petróleo
Una de las conclusiones de nuestra anterior entrada era que
Colombia padecía claramente los síntomas de la enfermedad holandesa: alta
dependencia de las exportaciones de pocos productos primarios (en nuestro caso, petróleo y
carbón), revaluación de la moneda nacional, y consecuente caída en la capacidad
competitiva de todos aquellos productos transables distintos a los primarios favorecidos en el auge de precios.
Como es bien sabido, desde Junio de este año comenzó una caída en los precios del
petróleo. La referencia WTI pasó de US$107 dólares en Junio 20 a US61,14 en la
fecha. Esta caída es explicada principalmente
por factores de oferta. Hoy Estados Unidos está produciendo cerca de nueve
millones de barriles por día, 56% por encima del nivel de 2012. Por otra parte, el principal productor
mundial, Arabia Saudita, está comportándose como un típico oligopolista líder
en el mercado (modelo de oligopolio de Stackelberg, como se conoce en la
literatura económica especializada): en lugar de disminuir su producción cuando
aparece un competidor, para mantener los precios, decide aumentarla: se trata
de sacar del mercado a los competidores
marginales, aquellos para quienes no es posible cubrir los costos a los nuevos
precios. Se busca adquirir además una reputación de jugador duro, para disuadir
a futuros competidores que piensen entrar cuando los precios se hayan recuperado. Algunos campos fracking
en Estados Unidos pueden estar efectivamente dispuestos a salir del mercado, al menos
temporalmente, pues los actuales precios no les garantizan un punto de
equilibrio para recuperar sus inversiones.
La caída en la demanda de petróleo originada por la recesión
en Europa y en Japón y la desaceleración en China vienen a complementar lo
sucedido en la oferta. Vale la pena mencionar que en el caso de China, el
crecimiento en su demanda de petróleo entre 2005 y 2014 explicó el 36 de la
demanda mundial, pese a que su participación en el PIB mundial es solo del 12%.
Efectos en Colombia
Es lógico que la caída en precios del petróleo deba
incrementar el déficit en cuenta corriente de nuestra balanza de pagos. Si bien no tenemos datos oficiales
del Banco de la República, podemos mirar los flujos comerciales reportados por
el DANE. Hasta Octubre, tanto el valor de las exportaciones como el de las
importaciones habían caído el 20%. Las exportaciones del sector agropecuario disminuyeron
en un 16%, las del sector minero en 17%, y las de la industria en un 25%. Las importaciones, hasta septiembre (último
mes para el cual el DANE ha provisto información), han caído menos, un 20%.
Pero los otros egresos de la cuenta corriente no tienen por qué
disminuir en el corto plazo. Se trata de los giros al exterior por concepto de
utilidades de las empresas extranjeras y los intereses de la deuda externa,
tanto pública como privada. Las remesas de los trabajadores extranjeros (que
son ingreso para la cuenta corriente) tienen un peso relativamente bajo en las
cuentas totales del país, y no hay razón para que aumenten o disminuyan. Vale la pena mencionar que las utilidades de
empresas extranjeras representaron el 89% de nuestro déficit en cuenta
corriente y el 2,5% del PIB en el 2013, mientras que los intereses por deuda
externa eran el 19,2% del déficit y el 0,7% del PIB (volveremos sobre este tema
en una nueva entrada, cuando hablemos del ingreso nacional).
Un componente importante de la inversión que llegó al país
en los años recientes fue la de corto plazo, también llamada inversión
de cartera o “capitales golondrina”. El cuadro siguiente ilustra su comportamiento
en los últimos años:
Fuente: Elaborado sobre cifras del Banco de la República
El último año en que se presentó salida neta de capitales
por este concepto fue en 2008, cuando con motivo de la crisis financiera
mundial se produjo una retirada masiva de recursos de países emergentes y una
consecuente devaluación de sus monedas, incluido el peso colombiano. Pero esa situación se revirtió de manera relativamente rápida. Entre 2011 y el primer semestre de 2014
entraron al país más de US$24 mil millones en inversión de cartera, atraídos por las altas tasas de
interés vigentes en Colombia y por las perspectivas de revaluación.
La rentabilidad en dólares de un inversionista extranjero de corto plazo se mide por la revaluación del peso colombiano aunada a la tasa de interés interna, que es mayor a la que se consigue, por ejemplo, en el mercado norteamericano. En el año 2012, por ejemplo, un inversionista extranjero que hubiera invertido a principio de año, en una inversión relativamente simple (un CDT de una institución financiera) habría obtenido una interesante tasa de interés en dólares del 16%, resultado de una revaluación del peso del 10% y de una DTF del 5,3%. Esto motiva la llegada de más dólares, lo cual aumenta la presión hacia la revaluación. En la medida en que esta se detenga, y se produzca más bien una devaluación, originada por un choque externo como la baja en los precios del petróleo, los capitales que entraron en los años anteriores querrán devolverse. Estos inversionistas ya no ofrecen dólares al mercado, sino que los demandan: quieren enviar sus recursos al exterior. Esto es complementado por el comportamiento de inversionistas colombianos, que quieren protegerse de la devaluación.
Tenemos entonces cuatro fenómenos simultáneos, que han
empujado hacia abajo el valor del peso colombiano: caída en las exportaciones de
petróleo, giros de utilidades e intereses
que no caen, por lo menos en el corto plazo, caída en la inversión
extranjera directa ligada a la exploración y explotación de petróleo y de
carbón ( los bajos precios hacen que estas inversiones sean menos
interesantes), y salida de recursos de inversión de cartera. La rentabilidad en dólares de un inversionista extranjero de corto plazo se mide por la revaluación del peso colombiano aunada a la tasa de interés interna, que es mayor a la que se consigue, por ejemplo, en el mercado norteamericano. En el año 2012, por ejemplo, un inversionista extranjero que hubiera invertido a principio de año, en una inversión relativamente simple (un CDT de una institución financiera) habría obtenido una interesante tasa de interés en dólares del 16%, resultado de una revaluación del peso del 10% y de una DTF del 5,3%. Esto motiva la llegada de más dólares, lo cual aumenta la presión hacia la revaluación. En la medida en que esta se detenga, y se produzca más bien una devaluación, originada por un choque externo como la baja en los precios del petróleo, los capitales que entraron en los años anteriores querrán devolverse. Estos inversionistas ya no ofrecen dólares al mercado, sino que los demandan: quieren enviar sus recursos al exterior. Esto es complementado por el comportamiento de inversionistas colombianos, que quieren protegerse de la devaluación.
No es de extrañar entonces la devaluación del peso
colombiano de un 24% entre el 30 de
Junio y la fecha. Dentro de los países incluidos en los datos económicos
semanales de la revista The Economist, el peso colombiano es de las monedas más
devaluadas en el último año, como lo muestra el gráfico siguiente:
Fuente:
The economist, Indicadores económicos, 20 de Diciembre.
¿Hubo un castigo excesivo al peso colombiano? Todo parece
indicar que sí. En ocasiones anteriores hemos utilizado el índice BigMac de la
revista The economist para saber si la moneda colombiana está sobre o subvalorada.
Según la teoría de la paridad del poder de compra, el precio de los bienes
transables debería tender a igualarse en los diferentes países que comercian
entre sí. La canasta de bienes y servicios podría utilizarse como comparación,
o bien una mercancía que sea estándar tanto en sus componentes como en su
proceso de fabricación. La revista The Economist propuso en 1986 la hamburguesa
BigMac del McDonalds. Hasta septiembre de este año la tasa implícita de
equilibrio, resultante de dividir el precio en Colombia ($8900) por el de
Estados Unidos (US$4,80) , era de $1854, lo cual indicaba una subvaloración del
peso colombiano de un 6,3%. A partir de allí, la filial colombiana de esta
cadena ha bajado considerablemente los precios, posiblemente por razones de
competencia. Según información telefónica obtenida hoy, la Big Mac está
costando $7900, precio que produce un resultado extraño en la tasa implícita: $1645. Mientras se normaliza la situacion, preferimos quedarnos por ahora con la tasa implícita de
septiembre, frente a la cual el peso colombiano estaría subvalorado en un 19%.
El gráfico siguiente nos muestra la evolución de este
indicador desde el 2002. Cuando la línea verde supera a la roja, como en el
caso actual, el peso colombiano está subvalorado. En caso contrario, está
sobrevalorado.
Fuente: Elaboración propia utilizando información de The Economist, información telefónica de McDonald's Colombia y TRM reportada por Superfinanciera
En las próximas entradas continuaremos analizando esta
coyuntura, mirando los efectos de esta situación en las proyecciones de
crecimiento del Producto Interno Bruto y del ingreso nacional, así como en las
finanzas públicas.
Feliz Navidad a todos los lectores de este blog.
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