A pesar de los buenos resultados anuales, los dos últimos trimestres del 2014 mostraron síntomas de desaceleración. Bienes épocas difíciles para los responsables de la política económica.
El día de ayer, el
DANE dio a conocer los resultados de crecimiento económico del año anterior, crecimiento que normalmente se mide por el comportamiento
del Producto Interno Bruto (PIB). Una buena noticia es la de que el crecimiento
total del año pasado fue del 4,6% con
relación al 2013. Buen indicador, en
principio, tanto dentro del contexto
mundial como latinoamericano. Este
crecimiento es superior al promedio al que veníamos creciendo desde el 2000
(4,3), pero es exactamente igual al promedio geométrico al que ha venido
creciendo la economía colombiana desde 1950.
Dada la tasa de crecimiento de la población proyectada por
el DANE, del 1.2% anual, el PIB per cápita
mejoró un 3,6%, indicador también positivo.
Desde el 2000, el crecimiento per cápita ha sido del 3,1%. Quiere eso
decir, que para lograr un PIB per cápita parecido al que hoy tiene un país como
Chile (en términos de capacidad de compra), nos demoraremos unos 19 años y para
alcanzar el actual de España 27 años, el de Estados Unidos 41 y el de Noruega
(uno de los niveles de vida más altos del mundo), 47.
Al esfuerzo que tendremos que hacer por crecer, tenemos que
sumarle el esfuerzo por mejorar sustancialmente la distribución del ingreso, si
queremos que los más pobres de Colombia, por ejemplo el 20% más pobre de la población, tenga un nivel de vida semejante al que tiene
el 20% más pobre de un país
desarrollado. Si la estructura del
ingreso sigue constante, para que los
más pobres de Colombia tengan un nivel de vida semejante al que tienen los más
pobres de Noruega nos podríamos demorar algo así como 90 años.
Pero los datos del DANE también nos permiten hablar de la
coyuntura inmediata. Lo que el DANE ha publicado es la suma total del producto
del año 2014. Pero hay una particularidad: el primer trimestre del año fue
particularmente bueno. Comparado con el primer trimestre del 2013, el
crecimiento fue del 6,4%.
Como lo he mencionado en varias entradas anteriores de este
blog, para medir la velocidad de un
economía a mí me gusta más el crecimiento anualizado medido en un trimestre con
relación al trimestre inmediatamente anterior, que es también el indicador que
utiliza la Oficina de Análisis Económico,
es decir el DANE de los Estados Unidos. Estos indicadores deben ser
desestacionalizados, como efectivamente los publica el DANE. Esto quiere decir
que se eliminan, por un procedimiento estadístico que no es del caso explicar
aquí, las distorsiones derivadas por ejemplo de que siempre los últimos
trimestres del año son buenos en términos de producción y ventas, y los
primeros trimestres se caracterizan por lo contrario (baja producción y
ventas).
Para ilustrar mi punto quisiera utilizar un ejemplo. ¿A qué
velocidad va su automóvil? Hay dos
maneras de mirarlo, el promedio de velocidad que tuvo usted durante la última
hora. Basta mirar el reloj y el contador de kilómetros y sabrá cuántos
kilómetros recorrió. Pero si bien este
dato es importante, a veces a usted le interesa saber a qué velocidad está en
un preciso instante. Esta es la fuente de decisiones inmediatas, como saber si
debemos desacelerar (porque estamos por encima de lo que indicaría la prudencia
o los límites legales) o si tenemos margen para oprimir un poco más el
acelerador. El velocímetro nos indica
ese dato. Supongo que lo que hace este
útil instrumento es algo así como multiplicar por 3600 la distancia recorrida
en un segundo para saber la velocidad en kilómetros por hora.
Al gobierno, al sector privado, y al Banco de la República les interesa conocer también la velocidad de crecimiento en
un momento determinado. El momento más pequeño que existe en términos
macroeconómicos es un trimestre. No es realista pedirle al DANE datos sobre el
PIB mensual, diario o semanal. El crecimiento de un trimestre con relación al
anterior se multiplica por cuatro, o más precisamente, se eleva a la cuarta
potencia.
Pues bien, utilizando ese concepto de velocidad de
crecimiento, es fácil ver en el gráfico adjunto que hemos desacelerado desde el
segundo trimestre del año anterior. En el cuarto trimestre del 2014 la tasa
anua era del 2,9%. Los efectos sobre el ingreso nacional de la caída del
petróleo, y las menores expectativas de consumidores y productores comienzan a
tener resultados. Son datos que tienen que examinar cuidadosamente los
responsables de las políticas fiscal y monetaria, los dos instrumentos anti-cíclicos
que tienen por excelencia las economías.
Fuente: Elaborado a partir de datos del DANE.
En cuanto a la política fiscal, ya mencionamos en nuestra
entrada anterior las limitaciones derivadas de un ahorro insuficiente en épocas
de vacas gordas, además de la obligación de cumplir las restricciones impuestas
por la regla fiscal, que le impiden al gobierno aumentar sustancialmente el
gasto en estos momentos. En cuanto a la
monetaria, el dato de la inflación anual de Febrero, 4,36% no debió caer bien en el Banco de la
República, que puede enfrentarse a un dilema no deseable en los próximos meses:
si sube las tasas de interés, corre el riesgo de profundizar las tendencias de desaceleración
de la economía. Si decide mantenerlas en los niveles actuales o bajarlas,
podría aumentar las tendencias inflacionarias, pero por encima de todo,
sacrificar su credibilidad, lo cual podría afectar las expectativas de
inflación pronosticadas por los actores de la economía. Se necesitará un pulso de cirujano para el manejo de la
política económica en los próximos meses.
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