Los resultados futbolísticos obtenidos por nuestra selección son resultado de cambios institucionales. Asimilar esta lección puede ser útil en otros ámbitos de nuestro desempeño como país.
Independiente del
puesto final que obtenga el seleccionado nacional en el Mundial de
Fútbol, el sentimiento es que nuestros muchachos han hecho un magnífico papel, contrasta
con lo que ha pasado desde el 1998, cuando se logró la última participación, e
incluso con lo que se logró en los tres mundiales del 90, 94 y 98. El pueblo colombiano se enorgullece de su
equipo y los comentarios sobre su
desempeño son ampliamente positivos en la prensa deportiva internacional. Pero
es conveniente que el país reflexione sobre los factores que están detrás de
ese triunfo, y si estos éxitos pueden
ser aplicables a otros aspectos de nuestro desempeño como país.
Como en otros campos sociales, abundan hoy los modelos
matemáticos para predecir el desempeño de los equipos de fútbol, que se
construyen sobre el supuesto de que variables económicas e históricas son las que lo determinan. Uno de esos modelos
es el de Danske Market (y publicado aquí
), tiene la virtud de hacer explícitos las variables determinantes
de lo que denomina “ "capacidad futbolística relativa”. Las variables explicativas son: el nivel de
ingreso per cápita en dólares, medido
según la paridad del poder de compra; la población, la tradición futbolística,
medida por el número de participaciones en la copa mundial y el ranking ocupado
en la FIFA, y dos variables dummy (es decir que toman los valores 0 o 1), que
están asociadas a que el país tenga algún candidato al balón de oro en el año
anterior, y a que el país sea sede del evento. Los resultados del modelo,
publicados el día 28 de Mayo, le daban a Brasil las más altas probabilidades de
ganar el campeonato, con un 45%. A nuestro país solo le daba una probabilidad
del 0,8%.
Hace 4 años, con motivo de la copa anterior, publiqué una
entrada en la cual utilicé un modelo
simplificado del Danske Market para clasificar a los países latinoamericanos, según lo que denominé Fortaleza Futbolística Potencial. En su momento, calculaba que Colombia debería
estar en el lugar 4 de América Latina, pero solo estaba en séptimo lugar en la clasificación
ELO de selecciones nacionales en la región. Claramente, había factores que
incidían en el atraso futbolístico, no
recogidos en el modelo. Tengo la intuición de que si estos análisis se hubieran hecho en los años 70 y 80, estas brechas entre nuestro potencial y nuestros resultados habrían sido mucho mayores. Teníamos un síntoma claro de subdesarrollo futbolístico.
Hasta antes del inicio del campeonato, Colombia ocupaba el 8
puesto tanto en el ranking mundial de la FIFA
como en la clasificación ELO (sistema
de ranking inventado por el profesor húngaro Árpád Élő para clasificar a los
jugadores de ajedrez, y que se ha ampliado posteriormente a otros deportes). A
nivel latinoamericano, estábamos de terceros, superados solamente por Brasil y
Argentina. Es decir, ahora estamos por encima de nuestro potencial.
Es claro que se ha presentado un avance importante en la calidad
de nuestro seleccionado. Qué pudo haber explicado este fenómeno? Aquí van algunas hipótesis.
Internacionalización y globalización. Solo hasta la
década del 2000 se puede decir que fútbol colombiano se ha internacionalizado
efectivamente. Anteriormente éramos solo importadores de jugadores,
especialmente argentinos y brasileros. Ahora somos “exportadores netos”. El crecimiento
económico de las ligas europeas ha aumentado la demanda por jugadores extranjeros, y ello nos ha beneficiado.
El hecho de que la gran mayoría de nuestros jugadores seleccionados están ya
fogueados en Europa le da a nuestro
combinado mayor confianza y madurez para enfrentar partidos internacionales. Este mercado intenacional ha generado un incentivo para buscar y desarrollar talentos nacionales, es decir, para desarrollar nuestras ventajas comparativas en este deporte.
Mejoras institucionales. Gracias al cambio de entrenador que se
presentó con la salida del “Bolillo” Gómez, el nuevo director técnico pudo
tomar mejores decisiones en cuanto a selección de jugadores y en cuanto a
estrategias de juego. No es un secreto que en el esquema anterior, la selección
era utilizada por ciertas élites de poder en la Dimayor y por periodistas deportivos como un instrumento de promoción
y de valorización de jugadores, para poder venderlos posteriormente en los
mercados internacionales. Es decir, existía un sistema de “cuotas políticas”, no muy distintas de las que existan en otras esferas de la administración pública. Las
estadísticas mostraban que durante las eliminatorias suramericanas Colombia era el
país que más utilizaba jugadores. Existe la impresión de que la selección pudo
dominar el clientelismo, y lo reemplazó por la meritocracia. El incidente en
que se vio envuelto el anterior entrenador, al golpear a su acompañante femenino,
desencadenó una pequeña revolución, pero
así es como estas se producen normalmente (son las coyunturas críticas de que
hablan Robinson y Acemoglu [1]).
Lo que ha pasado con nuestro fútbol es aplicable a otros
campos de las instituciones colombianas.
Mayor internacionalización, derrotar las élites opuestas a los cambios y
profundizar la meritocracia serán elementos necesarios para lograr avances en
otros campos, trátese de la calidad de las obras públicas, de la educación, de
la justicia, del notariado y registro, y en general en la administración pública
y privada.
Comentarios